Estos días hablando con mi amiga Laura que vive en Londres y que nos vemos contadas veces, sobre todo en vacaciones de verano y en Navidades cuando viene a Zaragoza, me recordó que en julio le había contado que estaba leyéndome el libro de La magia del orden, de Marie Kondo, y tenía curiosidad por saber cómo me había ido la experiencia, y la verdad que responderle me ha hecho reflexionar lo suficiente como para dejar por escrito el cambio que ha supuesto en mi vida seguir ese método de ordenar la casa.
Empecé en verano siguiendo las pautas que explica: comenzar con la ropa, tocar cada una de las prendas, preguntarme cómo me hacen sentir, si me hace feliz o no me gusta su presencia en mi vida, y así me deshice de mucha ropa que durante estos años había ido acumulando, gran parte de ella me la habían dado para mis hijas o para mí, pero en realidad jamás la había elegido, ni me gustaba ni la necesitaba ni llegamos a usarla, así que después de hacer mucho hueco en los armarios y ordenar por colores lo que elegí quedarme, continué con los libros, los objetos, la cocina, el baño, los cajones…
Esto ya me llevó varias semanas, pues la ropa y los objetos de tres personas más todo lo textil que hay en la casa ocupaba más de lo que me podía imaginar, fue un alivio inmenso ver que había espacio, y también comenzar a sentir eso que Marie Kondo explica de que ordenar tu casa es ordenar tu vida, darle armonía y llenarla de amor a través de las cosas que eliges tener en ella.
La verdad es que desde el verano me he pasado ordenando el resto de las cosas de mi casa, semanas y semanas dedicada a tirar, seleccionar, limpiar… y cuando terminé de ordenar… decidí pintar toda la casa y cambiar varios muebles. Han sido 7 meses de estar totalmente imbuida en modificar la casa de arriba abajo, de dejarla blanca, luminosa, despejada, saneada y con lo imprescindible. Exactamente igual como está mi vida ahora: dejé atrás personas que no aportaban luz y entraron otras que la están llenando de vida, ilusión y posibilidades, me deshice de muebles viejos, ropa prestada no elegida y objetos viejos de la familia, y entraron proyectos profesionales nuevos, consolidándose además, los que están en marcha.
Estos meses han sido meses de creatividad y concentración, he notado también como mis hijas se concentran mucho más cuando estudian y se organizan mejor que en años anteriores.
También he notado que están entrando viajes en mi vida, siempre he viajado mucho, pero estos últimos años no han sido especialmente viajeros, y es ahora cuando de nuevo comienza el movimiento y las experiencias en otros lugares, como el viaje que vamos a hacer este mes en familia a Londres y que aprovecharé para ver a Laura de nuevo, ¡esta vez seré yo quien la visite para ponernos al día!