Cuanta más gente conozco, más segura estoy de que el autosabotaje es una forma de defensa tan habitual que conforma nuestro hacer diario, tanto de manera consciente como de manera inconsciente.
¿Cuántas veces te ha pasado que tenías muy claro los pasos que ibas dar, conocías los beneficios de darlos y también sabías que no hacerlo te iba a dejar sin comerte ese trozo del pastel que te corresponde, y al final de todo…no te atreviste a hacerlo.
Con todas las herramientas en tu interior, con el conocimiento de lo que tienes que hacer y con la certeza de que es el camino que quieres seguir y que debes seguir, ¿qué es lo que ocurrió que te impidió hacerlo?
Este comportamiento tiene que ver con las barreras internas que limitan nuestro avance, tiene que ver con esa vocecilla que en el momento menos indicado grita “no puedes” o “no te lo mereces”, son creencias que están tan grabadas en nuestro interior que parecen reales, han hablado tantas veces y han ganado la partida tantas veces que otra vez la vuelven a ganar.
Pero de la misma manera que este funcionamiento lo tenemos tan integrado que acabamos caminando a su ritmo y no al que nos gustaría, también hay que saber que estas creencias son simplemente hábitos que un día aprendimos, y que, como todos los hábitos, se pueden cambiar, con paciencia, tenacidad y voluntad. Son simplemente hábitos cambiables, te invito a quedarte con este pensamiento sin tratar de analizarlo, pues análisis es parálisis. Los que me conocéis ya sabéis que soy firme partidaria de la acción frente al análisis.
El trabajo que propongo mediante coaching, herramientas de comunicación interior y gestión de energía tiene que ver con crear nuevos hábitos que te funcionen y que esta vez no te detengas en el momento decisivo: ese primer paso que determina que las cosas ocurran o que te vuelvas a quedar sin conseguirlo.
Tus viejas costumbres tienen cimientos muy sólidos y no vamos a entrar a analizar cuáles son y dónde están, ese trabajo puedes hacerlo si lo deseas, pero no es necesario realizarlo para comenzar a crear nuevos modos de pensar y actuar.
Las barreras se ponen con el juzgar en vez de entender. Todo juicio lo es de valor y nadie tiene el derecho a juzgar a nadie.
Normalmente una persona busca juzgar a otra para no mirar lo que tiene en casa. Y, sí, se hará lo que sea con tal de negar la mayor.
En terapia es más fácil ponerse en una situación de poder sobre otro para no sentirse tan indefenso uno mismo. Empiezan a verse con facilidad los “errores” de los demás y a pretender arreglarlos cuando en una persona no hay nunca nada que arreglar y sí mucho que entender.
“Pero hay gente que mejora” se dirá. Sólo se mejora en manipulación.
Sólo cambia la aceptación de una situación de abuso como algo normal pero los verdaderos sentimientos son negados.
Como la persona que sorprende al volver del hospital por anorexia explicando cómo todo es un juego de su mente para luego pasar esa misma noche vomitando en los lavabos.
Por supuesto todo el mundo tendrá claro que lo que realmente pasa es que “esta persona no se quiere curar” Autosabotaje.
Es hora de decir basta a estos abusos.
Qué facil es echar la culpa del fracaso al paciente.
Las barreras son cosa de dos.
El día en que muchos terapeutas entiendan que lo que se quiere”arreglar” en el otro es en realidad un reflejo de la propia realidad las cosas quizá empiecen a cambiar un poquito. Afortunadamente cada vez más gente está entendiendo esto.
“Pero sobre todo no olvide preguntar al candidato que podría ser su terapeuta sobre su propia infancia y sobre su formación. Dónde se formó, lo que le ayudó y lo que no. Cómo vive sus dificultades, ¿se siente libre de ver lo que no fue justo o protege mas bien a las personas que la hirieron ? ¿Minimiza los daños ? ¿Evita enfrentarse a su propio sufrimiento ? En este último caso hará todo lo posible por reducirla al silencio y no siempre de manera evidente.”