Cada oportunidad de hacer coaching, sea en grupo o en sesión individual, permite crear un espacio de reflexión en el que, si quieres, puedes permitirte observar tu interior desde un punto de vista, ya no digo que sea nuevo, pero sí que quizá no te dedicas a él de manera habitual, y, al mismo tiempo, si lo deseas, puedes aprender herramientas para tu vida que puedes aplicar desde el primer momento.
Es como emprender un viaje en el que poder mirar con atención en qué punto de partida te encuentras, eligiendo tu prioridad y pudiéndole dar la importancia adecuada, pues abarcar varias cosas a la vez diluye la energía.
Dedicarse a introducir grandes cambios en varias áreas al mismo tiempo es como pretender que un canal de riego que lleva una determinada cantidad de agua regase con la misma intensidad a un campo que a cinco, tu energía se dispersa.
Una vez concretado ese punto de inicio que te indica dónde estás y hacia dónde quieres ir, es momento de tender un puente que te permita acercarte hacia ello, un puente que te lleva de la intención interior y la realización exterior. Un puente sencillo, directo y que se camina paso a paso, pero sobre todo, se camina en acción.
En coaching utilizamos preguntas, muchas preguntas, preguntas abiertas, poderosas e incómodas. El poder de una pregunta está en que la mente necesita contestarla, cada pregunta escuchada te abre la posibilidad de traer a tu mente consciente aquello que se encuentra en lo más profundo y no miras en tu quehacer habitual, es a través de las preguntas que accedemos a niveles de información más profundos.
Las cinco preguntas básicas de comunicación qué, quién, dónde, cuándo, cómo, arrojan luz sobre las circunstancias, concretan acerca de personas, lugar, tiempo, que es lo que le da contexto, y sobre la logística. Cada respuesta es valiosa y conforma una pieza más de tu propio puzle.
El Por qué, accede a las razones de tu objetivo, a las causas que te llevan a él. Es una ruta delicada con la que hay que tener cuidado porque también es la vía más fácil para acceder a las escusas que tú mismo te pones, un buen porqué argumentado consigue enredarte en las escusas más sólidas para no ir hacia tu objetivo y quedarte donde estás.
Y el Para qué, accede a aquella información que conecta con el sentido de tu objetivo, que puede estar conectado con el sentido de tu vida, con un sentido particular o con un sentido más global que lo conecte incluso con un sentido social. Te conecta con aquello que es realmente importante para ti y te puede llegar a decir si vas en la dirección correcta o no.
Es como si tuvieras una linterna en la mano y jugases con ella, de forma que si la acercas mucho al objeto, éste se ilumina con más luz, mientras que si la alejas para tomar distancia, pierde intensidad pero ganas campo de iluminación. Con las cinco preguntas básicas de la comunicación (qué, quién, dónde, cuándo, cómo) te acercas con la linterna e iluminas con intensidad los detalles, y con el PORQUÉ y PARA QUÉ, te alejas para acceder a otra información también necesaria, es la información que conecta con las emociones, la intuición y tu propia dirección.
Las preguntas en sí no tienen mayor misterio, nada nuevo está escrito, ni con esto ni con nada, lo nuevo es cómo tú reflexionas sobre las respuestas y el nivel de compromiso que asumes contigo mismo para ponerle una luz diferente a tu situación. Es tu propia visión personal la que hace que tu realidad sea única y, por lo tanto, la mejor guía para caminarla son tus propias premisas, aquellas que hacen que seas quién eres y que te permiten crear quién quieres ser.
Llegados a este punto, toda la información que hemos ido recogiendo en el proceso va a permitir crear una hoja de ruta. Desde el coaching se trabajan herramientas para trazar un buen plan de acción que guíe en ese puente desde tu situación actual hasta la realización de lo que quieres. Como su propio nombre indica, incluye la creación de un Plan y entrar en Acción.
El Plan requiere cierto análisis, hay muchas maneras de diseñarlo, muchas escuelas y variantes que proponen dedicarte con énfasis a organizar exhaustivamente los diferentes recursos. Con la dedicación sugerida tendrás un plan estupendo, pero si sigues sin ACCIÓN, no tienes nada. Lo que marca la diferencia es ese paso que hace que la vidacomience a moverse, a coger color, a que parezca que por fin tú eres el protagonista.
Ese es el momento más fascinante como coach, justo cuando la persona decide ponerse manos a la obra y lanzarse con un primer paso para hacer aquello que lleva años soñando, o elige desenredar lo que está bloqueando su vida, o simplemente suelta el control y se deja llevar por lo que su corazón le grita tan fuerte que ni su propia razón puede ya acallar. El resto de posibilidades dejan de tomar fuerza y sólo queda sostener el salto, estar presente justo entonces convierte la profesión de ser coach en un auténtico privilegio.